Alberto Rivera
“No hay libro malo, lo que debe haber es un buen lector”. Y esta sentencia cobra vigencia cuando se dialoga con Cecilia Caicedo Jurado, lectora por excelencia, una mujer que ha vivido y gozado en las letras que ha convertido en su destino.
Ella respira literatura y conocimiento y una amable sensibilidad por el acto creativo que ha rescatado desde sus investigaciones, que ha consignado con el valor que merece desde sus libros y que guarda en sus ensayos con el signo histórico que merece la región.
Su diálogo es fluido en conocimientos, en conceptos, generoso en propuestas y le da valor a lo que ha descubierto en las páginas que aprecia con fervor.
En estos días en que las letras celebran su día, la abordamos para hacerle un homenaje y reconocer su juicioso trabajo.
Quién es
Cecilia Caicedo Jurado es nariñense de nacimiento pero pereirana desde hace 35 años. En su tierra natal, Pasto, hizo estudios de primaria, bachillerato y universidad.
Con su grado en Filosofía y Letras en la mano se fue a Bogotá a cursar una especialización en literatura latinoamericana en el Instituto Caro y Cuervo, y de allí se va para España, a la Universidad Complutense de Madrid en donde hizo dos especializaciones en literatura y un doctorado en filología románica y literatura hispánica en la Facultad de Filosofía y Letras.
A su regreso a Colombia y estando en Pasto la llaman de la Universidad Tecnológica de Pereira a trabajar como docente. “Acepté en condición transitoria, pensaba quedarme un semestre y terminé viviendo en Pereira desde hace 35 años, ciudad en la que me siento feliz y agradecida, aquí me casé y de aquí son mis dos hijas”, dice con orgullo.
“A esta ciudad le debo mucho y todo, encontré el calor humano, la amistad de sus gentes y pienso que me quedo ya para siempre. A Pereira le he dedicado la mayor parte de mis reflexiones teóricas y de estudio porque me parece que una ciudad joven en el concierto nacional sea tan vigorosa y tan fuerte, es importante restablecerlo como memoria modélica para entender cómo una ciudad sin ataduras, sin un peso fuerte, con un pasado profundo tenga una mayor capacidad de movilidad que otras ciudades”.
¿En qué momento empieza a interesarse en la literatura de Risaralda?
- Lo único que había leído de Pereira en literatura era “Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón” de Olga Lucía Ángel Marulanda. Y estando ya en Pereira quise saber cuál era el entorno en el que me movía, cómo pensaban sus gentes y la mejor forma de conocer una ciudad y un escenario para mi gusto y profesión es leyendo, y comencé a buscar obras y fui acumulando lecturas y leí prácticamente a todos los escritores de Risaralda. Con el correr del tiempo ese acumulado de lecturas se convirtió en un libro cuyo título es “Literatura Risaraldense” y fue el primer inventario que se hizo sobre la ciudad cultural y senté, para mi fortuna, el primer mojón y hasta hace un mes no había ningún otro libro que se hubiese escrito alrededor del tema.
¿Cómo fue su labor para ese libro?
- Me leí a los escritores uno a uno y les hice la investigación biobibliográfica, pero sobre todo hice el estudio de estilo, de tendencias e hice una presentación de la literatura de Risaralda y finalmente desde ella pude visualizar también el país. A partir de ese libro otras regiones comenzaron a hacer el estudio de lo suyo como el Huila y el Tolima desde donde me pidieron orientaciones porque ya había asumido una idea de cómo hacer esa investigación. Con ese primer libro se descubrieron cosas muy interesantes para la región, además hay una manera especial de concebirla porque pensé en que se incluyeran todos los autores que habían vivido en Pereira así no hubiesen nacido aquí, pero que habían hecho cosas loables por la ciudad y la región, con un criterio incluyente.
Obras
Después de estos libros la investigadora publicó “Patrimonio Bibliográfico de Risaralda” en el cual continúa la investigación bibliográfica colocando a los autores ya no por género literario sino a todos los que habían publicado hasta el 2005 cuando sale a la luz pública.
“Sin duda en los dos libros algunos escritores se me habrán quedado por fuera, porque a todos los investigadores se nos permite tener algunos olvidos que son involuntarios y no significan desconocimiento de nada. Este libro es una especie de directorio con todos los datos de los autores que nos permiten conocer cuántos escritores tenemos. En ese libro estudié una teoría mía sobre qué es la construcción desde la cultura, desde la historia de Pereira en mi concepto sobre ciudad y sobre el pensamiento urbano”.
“Planeación, alma de un proceso” es otra de las obras de Cecilia Caicedo. “Allí cuento hechos como por ejemplo, que Carlos Matus, ese famoso autor del milagro chileno, fue traído por Gaviria a Risaralda. También logro reconstruir unos pasos en la economía que me parecen sumamente significativos porque la gente ya está desconociendo su propia memoria y no encuentra mucho arraigo en los conceptos de desarrollo económico y social”.
Es autora de novelas como “La ñata en su baúl” traducida al húngaro y al alemán y en 2008 en la Feria del Libro en Bogotá salió una reedición y presentó un nuevo libro, “Versiones sobre Esteban”, dos obras narradas desde múltiples miradas y bajo la reflexión sobre el oficio de escribir.
“He tenido la grata posibilidad de haber sido delegada por la Gobernación, la UTP donde trabajé 30 años largos y la Alcaldía, a muchos foros nacionales para llevar la voz de Pereira sobre identidad, región, ciudad y culturas regionales”.
¿Hay una singularidad especial de la literatura de Risaralda con otras del país, qué le llamó la atención en esa investigación?
- Lo primero fue saber que hay un buen número de escritores, cosa que fue un descubrimiento porque no sabíamos cuántos escritores existían en Risaralda. Parece que el único escritor conocido en Risaralda era Luis Carlos González, y resulta que encontramos muchos más, lo que pasa es que Luis Carlos tenía el prestigio y el renombre por la música y su manera de entender la ciudad y el cambio del pueblo que se convirtió en ciudad, preciosamente dicho y cantado además. Uno no puede hablar de una característica típicamente risaraldense o pereirana, lo que descubrí es que esta región, como cualquier otra de Colombia, siguió los cauces y los caminos estéticos literarios en otras regiones del país, o sea, cuando existió la novela de tipo romántico aquí también se hizo; cualquier propuesta estética aquí también se practicó. Eso es normal, en todas partes de Colombia hay un recorrido literario que sigue más o menos parejo esas modas y con alguna cercanía; inclusive Colombia tampoco es creadora de movimientos literarios, porque se siguen también los de otras latitudes.
¿Y qué escritores destacados halló?
- Pereira ha tenido escritores muy destacados y proponentes. Una mujer muy proponente, estéticamente hablando, es Alba Lucía Angel, muy poco conocida en Colombia pero muy reconocida a nivel internacional. Está Ana María Jaramillo, otra escritora sumamente interesante, y Dora Ramírez con unos textos muy bien escritos. Pero hay hombres, aunque esto no es de géneros, que nos permiten leer a Pereira de una manera sorprendente como el poeta Luis Fernando Mejía Mejía, Eduardo López Jaramillo que hizo un trabajo con mucha erudición y un pensador como Julián Serna que hace ensayos bastante ponderados. Pero también hay unos novelistas que fueron poco reconocidos en Pereira y que a mí me gusta hacerles el reconocimiento porque se permitieron soñar los sueños del colectivo pereirano sin esperar reconocimiento alguno, entre ellos Silvio Girón, un hombre que lo conocieron más por su mal humor y no por su literatura y sus novelas. Tiene un cuento precioso cuyo titulo es “La ninfa de los parques” en donde cuenta un episodio muy de la vida cotidiana de Pereira.
¿Y dentro de las nuevas generaciones que hay para destacar?
- Hay figuras nuevas interesantes. Hay un escritor que trabaja el relato urbano como Gustavo Colorado que mira el decurso hacia la nueva ciudad. Este es un fenómeno interesante ver cuál es la transformación de mentalidades que se está dando en Pereira, ya no somos el pueblo de arrieros, no, estamos en un momento histórico distinto.
¿Qué escritores guarda de manera especial en sus lecturas?
- Los escritores que me encantan y que son mis amores platónicos son José Saramago y Milan Kundera. Hay escritores que marcaron mi brújula como Julio Cortázar y su Rayuela y una tesis doctoral la hice sobre García Márquez, que lo he leído todo y hay dos obras suyas que me encantan y son “El General en su laberinto” y “Los funerales de la Mamá Grande”.
¿Qué le queda por escribir?
- Todo, ni siquiera he comenzado...
Agradecida
“Desde que estudié literatura porque a alguien de mi familia se le ocurrió que era una carrera bonita, me siento agradecida con el destino por ese encuentro, yo quería ser abogada y creo que mi destino era ser lectora, buceadora y buscadora de libros, porque en los libros uno encuentra la vida, la emoción, el agitarse del cosmos, de todo. Me siento agradecida de aprender mucho y sobre todo de gozar el libro, pero fundamentalmente algo que me gratifica mucho es pretender que la gente ame el libro, ame la lectura, y que el encuentro con la lectura sea una forma de ganarme el torpe camino de la vida. Una propuesta de paz se puede construir perfectamente desde los libros, desde un enunciado simbólico distinto que nos permita el encuentro amoroso con el otro, aceptar las alteridades, ser más incluyente con el libro porque es la multiplicación de la vida”.