Cecilia Caicedo de Cajigas
Mis primeros años de vida transcurrieron en Pasto, allí crecí entre el verdor de sus paisajes y la templanza y el carácter de una sociedad culta, conservadora y dedicada al cultivo de las letras y las artes. Aprendí a leer con las religiosas franciscanas, utilizando una cartilla muy visual y muy bella titulada “La alegría de leer”; después vinieron los comics, revistas que alquilábamos con mis hermanos y que devorábamos por las noches, sin consentimiento familiar. En la adolescencia adquirí un mediano gusto por la literatura que se volvió muy fuerte en las aulas universitarias que por los años 60 eran centros fundamentalmente de lectura y de política. De esa forma mis primeros once años de vida consciente transcurrieron en los claustros académicos de las religiosas franciscanas, en donde obtuve mi título de Bachiller Clásico. La Universidad de Nariño, después de cuatro años de estudio me confirió el título de Licenciada en Ciencias de la Educación, especialidad Filosofía y Letras, con la tesis titulada La novela en Nariño, que con el correr de los años se convirtió en un libro publicado por el Instituto Caro y Cuervo en el año de 1990, dentro de la colección del Seminario Andrés Bello.
Concluidos esos primeros años de formación académica me trasladé a Bogotá bajo el privilegio de iniciarme en la especialización en literatura hispanoamericana en el Instituto Caro y Cuervo. Con ese título y la experiencia académica e investigativa se dio inicio a mi vida laboral en Pasto como profesora adscrita al departamento de humanidades de la Universidad de Nariño. Para ese entonces ya se habían incubado dos tendencias que marcarían mi vida: de una parte el gusto por la investigación en literatura colombiana y mi amor por la docencia universitaria, actividad esta última que desarrollé durante dos décadas largas, tanto en la Universidad de Nariño como en la Universidad Tecnológica de Pereira. A esta institución llegué después de haber realizado una especialización en Madrid sobre Lengua y Literatura Española. Llegué a España, hacia los años 70s., con la alegría y la vitalidad de los 25 años de vida y la ilusión de conocer Europa, su cultura y esa larga tradición que contrastaba con la premura de la vida del trópico americano.
Había previsto que mi permanencia en la capital española duraría seis meses, pero mi tesina en el posgrado fue honorada con una “bolsa de estudios” para realizar en Málaga (España) un curso de verano sobre lengua española. Dos meses de estudio adicionales y los trámites realizados previamente en la Universidad Complutense de Madrid para estudiar un Doctorado, me permitieron ingresar a la Facultad de Filosofía y Letras en donde concluí mis estudios optando al título de Doctor en Filología Románica, subsección Literatura Hispánica, con un trabajo de tesis sobre “Interrelación narrativa en Gabriel García Márquez” que se convirtió en mi primera publicación, 1975.
Al mismo tiempo que estudiaba mi doctorado realicé una especialización en investigación Lingüística en OFINES, en un curso de un año que realizaba el Instituto de Cultura Hispánica dirigido a investigadores y profesores universitarios de lengua española.
A ese mundo de libros, investigaciones y lecturas de los que se deriva mi formación académica y que me ha permitido subsistir decorosamente en la vida laboral colombiana, hay que sumarle una etapa de realización, sin la cual no hubiese podido definir mi entorno personal. El amor, la pasión, la necesidad de realizar cada acto de mi vida, con un particular gozo. Sin mayores trascendencias pero siempre buscando la risa y el efecto benéfico que se deriva del humor. Y de esa búsqueda del amor que deviene del encuentro con la vida y de ese paso por la tierra y de disfrutar las parcelas de felicidad que cada quien cosecha me quedan dos hijas, Johanna y Cecilia Andrea.
Y mientras mis hijas creían fui acunando otros hijos: mis libros; que ya no son míos sino de los lectores que los recrean cada vez que son leídos. Una de mis primeras investigaciones fue sobre la leyenda del Yurupary. Trabajaba como profesora en la Universidad Tecnológica de Pereira y habiendo realizado un recorrido sobre las escasas fuentes de consulta sobre el tema, resolví viajar al Amazonas en busca de la leyenda sobre la que había publicado algunos artículos, usando los datos consignados en el tomo XIX de la historia extensa de Colombia publicada por la editorial LERNER, en el cual aparecían fragmentos de la historia maravillosa contada por el historiador antioqueño Restrepo Lince y que Javier Arango Ferrer resume en la citada colección. El tema lo descubrí con mis profesores de literatura en la Universidad de Nariño, pero la información era precaria. Decidí viajar al trapecio amazónico con el objeto de constatar “in situ” la vigencia de la leyenda. No encontré sino respuestas evasivas, pero tuve la oportunidad de contemplar el espectáculo de la selva, algunos de los usos y costumbres. La experiencia es tanto o más impactante que los viajes a Europa, otras formas de vida y esa inmensa y hermosa selva de tupido verde. Agua, verde y vida en su forma elemental. Y unas formas de expresión y de ritualidad que conmueven y transforman. De ese viaje publiqué un artículo sobre el “Rito de la pelazón”, o ritualidad de iniciación sexual, que bien vale la pena que algún día se convierta en un libro de envergadura por parte de los investigadores colombianos.
Sobre el mito del poder masculino, que representa Yurupary o “el engendrado por la fruta”, publiqué dos libros: Origen de la literatura colombiana: El Yurupary, que lo publicó la Universidad Tecnológica de Pereira en 1990 y Antología de la leyenda del Yurupary, publicado en la colección Quinto Centenario del descubrimiento de América, Bogotá, 1992.
En esta ocasión, con Cooperativa Editorial Magisterio se publica una versión libre del poema del Yurupary, con el objeto de hacer conocer este bello poema del Vaupés, que nos pertenece a colombianos y a brasileños con idéntico sentido de pertenencia. En esta versión libre, se cambia el ordenamiento de la leyenda, que por primera vez en español y en su integridad publicó, en 1989, Héctor H. Orjuela, con la versión realizada por Susana Salessi. A Héctor Orjuela la literatura colombiana le debe un especial reconocimiento por su inclaudicable labor de realizar permanentemente lo que él llama RECOBROS. Recobrar es volver a cobrar, pasar nuevamente la cuenta, volver sobre los efectos y los hechos que nos marcan y que hemos olvidado. Olvidos que duelen, olvidos que cuestan caro al curso de la identidad cultural colombiana.
En la versión libre, sigo el sentido del canto, no cambio ni altero el sentido argumentativo, pero en ella se desplaza el orden de la historia para partir del principio de creación, los orígenes de Yurupary, desde las lágrimas de Dinary, y narrar finalmente la concepción del mundo y las leyes de los hombres que lo gobiernan.
Finalmente, debo decir que existen otros libros míos sobre estudios de narrativa colombiana, estudios críticos sobre procesos particulares de nuestro desarrollo literario, mirando con especial detenimiento lo concerniente a las décadas finales del siglo XX. Con el Ministerio de Cultura, y gracias a su patrocinio mediante una beca obtenida en 1995, estudié el curso literario de nuestra novelística, estudio que a la fecha se mantiene inédito. En 1990 publiqué la novela La ñata en su baúl, que fue premio regional risaraldense y que tuvo la buena fortuna de ser traducida al húngaro por FerenczZsonyi, publicándose en Budapest en 1992 en representación del nuevo relato colombiano. Otros temas sobre los que he publicado son Literatura risaraldense, 1989. Planeación: alma de un proceso, 1994. Patrimonio bibliográfico de Risaralda, 1995. Y finalmente varios textos en coautoría, aparecidos en libros de circulación internacional.
En el año 2002 realicé tres ediciones críticas de novelas del siglo XX, que el Instituto Caro y Cuervo publicará dentro de una colección para conmemorar los 60 años de su fundación. Son estudios sobre tres novelas: Chambú de Guillermo Edmundo Chaves, Cameraman de Plinio Enríquez y Sima de Alfonso Alexander.
Perfil.
Nace en Pasto, Nariño, en 1944, radicada en Pereira desde 1967.
Se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid, 1975. Especializada en Literatura Latinoamericana en el Instituto Caro y Cuervo de Bogotá y en Literatura Española en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid. Investigador lingüístico, OFINES. Madrid.
Sus investigaciones sobre cultura regional han sido publicadas en los siguientes libros: La novela en el departamento de Nariño, Literatura Risaraldense, Planeación alma de un proceso, Orígenes de la literatura colombiana: El Yurupary, Antología Poética del Yurypary. En narrativa publicó La ñata en su baúl. Este último traducido al húngaro y al alemán.
Ha sido profesora en las Universidades de Nariño y Tecnológica de Pereira, Decano de la Facultad de Bellas Artes y Humanidades. Directora de la Escuela de Filosofía y de Español y Comunicación Audiovisual de la U.T.P.
Biografía por la autora tomada de: Leyenda de Yurupary. Bogotá: Editorial Cooperativa Magisterio, 2003