Textos del autor Juan Restrepo

LA DURMIENTE

 Duerme, que nadie ocupe ese espacio.

Otras puertas y ventanas plantan allí,

otro techo, otra mañana, otro nombre

que al amanecer no aspira

más que al cielo que le abres.

No estás lejana, sí oculta

en una luz donde nadie

podrá nunca acompañarte.

¿Qué mediodía, qué tarde

puede encerrar la mirada

que por un momento yace?

No hay caja ni tambor negro

para tu luto

ni olvido entre la lágrima.

Sólo el cristal te sostiene,

el ojo que en mí apacienta pues allí guardada

correspondiendo a la transparencia

calladamente tu cuerpo.

 

GRILLO

 De tu brazo,

verdeante,

he podido

descender junto al canto.

Has saltado

ascendiendo el ocaso

hasta alturas sin tí..

Tan oscuras

y un astro

me has entregado,

un techo,

que en nada

se me aparta.

 

ALERO

 Qué duro te me adentras

decapitado monte,

vegetal aletazo

qué duro hoy te me adentras.

 

De niño trepé por tus rodillas,

me llevaste en tus manos

como lleva la arcilla el alfarero

y vi allá de tus hombros

colgar su saco el viento.

 

Pero ahora, eres canto quebrado;

ya no eres el alero, ese gajo

que corría de muchacho por mi frente;

te arrasaron, granero,

tu espalda despeñaron,

cayó como un polluelo tu tejado.

 

Yace el péndulo ahora,

cimbra el tendón en el aire,

por tu andar desolado

va cojeando mi carne.

 

AL BALCÓN DE TUS LABIOS

 Al balcón de tus labios

yo me asomaba,

a mirar por tu cuerpo

rosas, naranjas.

 

Para que fuera, sí,

pronto me dabas,

la navaja de un beso

para cortarlas.

 

Filo de lilas

y de albahaca, un manojo tu talle

y tu garganta.

 

Quién me diera quedarme

en tu chambrana,

no hubo balcón más bello

en otra casa.

 

DE ENCINA MORIRÉ

De encina moriré, caeré de sombra,

caeré fluvial de verde o de relámpago,

me apagaré de breña,

me iré de labio en labio, peña en peña,

fluiré de trueno o grito de montaña.

 

No quemarán mi pena como un leño,

me dormiré de yunque,

me apagaré de mar y de alarido,

de manojo de azahares o estampido

encenderé mi sueño.

 

Templado a bronce, a mar,

a hierro hirviente

arriaré mis amarras,

descenderé mi viaje

manantial y creciente.

 

...¿Qué barro me incendió?

¿Qué arcilla vertió por mí su arcilla?

¿Qué tronco desbordó por mi tronco? ...

 

...Espumoso bramido, planicie palpitante

siempre corriendo, siempre desbocada,

siempre fluyendo sobre pena y pena

desangrada...

 

Última actualización: Lunes, Abril 13, 2015 8:21 AM
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