Montenegro, Quindío, 1930. «La más alta voz lírica del eje cafetero» —es decir, del Gran Caldas— es llamado por el académico Héctor Ocampo Marín. Hizo su bachillerato en Manizales, se doctoró en medicina y se especializó en psiquiatría en Buenos Aires, Argentina, donde se incorporó al mundo cultural por más de treinta años, alternando con los más importantes escritores hispanoamericanos. Ahora ejerce su profesión en Armenia, donde, naturalmente, es figura de primer orden en la vida intelectual. A pesar de su profunda intimidad de entrega total a su trabajo de pensador y artista, ejerce la presidencia de la Sociedad de Escritores del Quindío. En 1995 la Gobernación lo condecoró con la Medalla al Mérito Artístico y Literario.
Libros: |La idea que verdece (Buenos Aires, |1953); La montaña incendiada (1969); |El alba de los enterrados (1981);|Las zafiros del reino (1989); |El cetro de los anillos (1989); |Los templos del ónix (1993).
Su primer libro tuvo prólogo de Rafael Alberti, quien lo saludó así: «La poesía empieza hoy a no sonar a nada. Es una especie de molesto runrún sin significación alguna. Tiene qué florecer de nuevo, restregarse la faz contra la tierra, hincar en ella sus raíces, absorbiendo la sustancia nutricia que la alce otra vez a cántico de aurora. Parecerá entonces que los pájaros trinan por vez primera. Y el hombre puro, virginal, los oirá con asombro. Esta idea verdece en muchos de los presentes poemas del joven colombiano Juan Restrepo. Matinal es la voz de este poeta. El nuevo día se levanta ante él».
Al leer |La montaña incendiada Miguel Ángel Asturias, el Nobel guatemalteco, le escribió: «Querido amigo: En todo caso sepa ya que su poesía me parece magnífica y que debe usted refugiarse en ella lo más posible». Los poetas argentinos Bernardo Verbitsky, Daniel Giribaldi y Alberto Girri, así como la novelista Luisa Mercedes Levisson, consideran a Restrepo uno de los poetas más importantes de América. Girri dijo a propósito: «Es muy difícil no caer en el preciosismo al crear poemas tan elaborados como los suyos. Usted ha salvado con eficacia esta circunstancia. Sus poemas, especialmente los cortos, son realmente notables».
En Colombia, donde es menos conocido (y menos reconocido por consiguiente), el periodista Héctor Moreno escribió: «Casi simultáneamente a |Los zafiros del reino aparece su obra de más honda madurez, |El cetro de los anillos, en la cual, al retomar las claves primordiales de su escritura, nos conduce a la esencia de lo poético y al hallazgo de un nuevo infinito... Al volver sobre sí misma y sobre el ser del lenguaje, renace la poesía revelada como «poesía de la poesía». Intemporal en su propio fundamento, en la esencialidad de su misterio. Eso es |El cetro de los anillos y su deslumbramiento».
Y en el diario principal del Quindío hallamos este concepto de Ilda Baoth sobre el caso de Juan Restrepo: «... Parece que (aquí) no se sabe sopesar su magnitud creadora, su singularidad lírica que lo ubica entre los poetas colombianos más originales y profundos... La poesía de Restrepo no es para el entretenimiento ni para la declamación. A sus libros se debe llegar con sentimientos diferentes a los experimentados cuando leemos a los poetas clásicos del Quindío. A su obra hay que entrar con vanguardistas criterios de lo poético como lenguaje... La de Juan Restrepo es poesía universal, apta para adelantarnos a nuestra época en 20 o más años».
Finalmente, la gran poetisa argentina Olga Orozco opina que Juan Restrepo «ocupa un lugar tan alto en la rigurosa poesía de nuestros días».