Textos del autor Bernardo Pareja

El ángel desterrado

Omnipotencia del abismo oscuro

y emperador del palacio ignito.

¡Ah, ya sé…! Tú también eres infinito

y dueño de un pensamiento puro.

Eres tétrico, pero jamás impuro,

en tu vejada caverna de granito.

Los obcecados ángeles del mito

te llaman réprobo de pávido conjuro.

¡Oh, Satán…! Fuiste príncipe de las alturas

y hoy centinela fiel de las negruras

del infierno donde sueñas silencioso;

eres magno artífice de epinicios

allá en tus insondables precipicios

donde vibra tu grito proceloso.

 

Exhalaciones del sol naciente

Alegres danzan las libélulas

en aguas de la alberca.

La lluvia,

noble samaritana, sed a las eras calma.

Júbilo de nemorosa hontana

arrulla la mañana.

Dominio oscuro del silencio,

sin rumores, sin ecos.

Palomas del sol

a los milanos abrazan con sus dardos.

Cocuyos decoran y orifican

el manto de las sombras.

 

Voz sin motivo

La soledad canta

en la colina de los sueños,

cuando la brisa nocturna

embriaga el silencio.

Y viene el milagro del día

Por caminos iluminados.

 

Mi vida, en la angustia congelada,

Espera con placidez unciosa

la noche inanimada

y sin auroras de la Muerte.

 

¡Oh, sabiduría del sueño…!

Me duele en el alma un amor.

El alba la llevo en mi corazón.

 

 

 

Exégesis

Digan cuando yo me vaya: fue un marino

que ancló su esquife en el puerto

de la vida. Sintió la sed del desierto

y las inclemencias ferales del destino.

 

Fue un desolado. Fue un luciferino

que llevó feliz el corazón abierto

para la siega de los sueños. (El huerto de su pavor tenía un río cristalino).

 

Volvió un día a su esquife destrozado

a dialogar con el mar. Abandonado

soñó sobre ondas de augusta claridad.

 

Fue un marino y ha vuelto al mar

con el corazón recóndito anhelo de remar

hacia la isla de la eternidad.

 

Última actualización: Lunes, Abril 13, 2015 11:27 PM
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