Textos del autor Baudilio Montoya

MEMORIA

Era tan leve, tan sutil, tan mía, 
tan ingenua, tan diáfana y tan suave,
como el trino cordial que dice el ave
cuando comienza a parpadear el día.

Era toda blancor de Eucaristía,
emoción de llegada de la nave, 
y había en su ser, porque el amor lo sabe, 
como una placidez de lejanía.

Una voz queda en mí que la reclama, 
una voz dolorosa que la llama 
y que en mis horas sin cesar la nombra,

y que la busca tras su amargo ruego
inútilmente, como busca un ciego 
su luz perdida en medio de la sombra. 

 

ALTIVEZ

De nadie he recogido ni el porte ni la altura
que afirman para el tiempo mi lírico blasón, 
como logré la norma de exquisitez segura
estoy distante siempre de toda tradición. 

Si por razón de estética mi vida ha sido pura
y entre hijodalgos digo mi fiel admonición, 
también en el peligro de trágica locura
yo puedo con la Muerte jugar el corazón.

Porque gasté las horas siguiendo la armonía,
alguna voz extraña que me recuerde un día
exaltará la entrega que a la belleza di;

mas hoy que con la humana falacia no convengo
bien puedo ser altivo, porque en la sangre tengo
el señorial orgullo de parecerme a mí.

 

ZAIDE

Pesó lo que la lumbre sobre el viento, 
lo que un lirio en desmayo sobre el día,
lo que pesa un minuto de alegría
en el dominio azul del pensamiento.

Su talle fiel, el fino movimiento
de los juncos vernáculos tenía,
y con todo su encanto, parecía
la Princesa romántica de un cuento. 

La supe amar con el amor más fuerte, 
hasta el duro momento en que la Muerte
se la llevó en su fúnebre piragua;

y hoy pienso, que en mi vida que la nombra
fue tan leve y fugaz, como la sombra
que hace un pájaro en vuelo sobre el agua.

 

EGO

Sí, que tilden de torva mi hurañía;
por el pesar que en mi interior reclama, 
he de ser como un jugo de retama
que mate, cuando nazca, la alegría.

Yo pasaré con la tristeza mía
leve y fugaz como humildosa llama,
erguido ante el brumoso panorama
que hace mi espiritual melancolía.

Lívida sombra que a ninguno aterra
voy por los arenales de la tierra
que el gran dolor inexorable asiste;

llevando ante la humana indiferencia
como única razón de mi existencia
este bello pecado de ser triste.

 

Última actualización: Lunes, Abril 06, 2015 8:47 AM
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