Entrevista

Conversando con Ana María Jaramillo

 

En su obra narrativa son constantes los narradores femeninos, ejemplo de ello es su primera novela Las horas  secretas, y su volumen de cuentos Crímenes domésticos, en donde plantea que el hogar es el lugar más peligroso para una mujer ¿Existe una propuesta de género consciente en su obra narrativa?

 

No, de hecho en muchos de mis cuentos el narrador es hombre y no se reivindican posiciones de género. De hecho, en ocasiones se me ha acusado de lo contrario. En alguna crítica de Las horas secretas se decía sobre la protagonista que era una mujer abyecta y algunas cosas bastante agresivas. Lo que he querido reivindicar, en medio de un mundo tan difícil y violento donde los roles tanto masculinos como femeninos se han perdido, es cómo hace la mujer para amar y cuál debe ser su conducta, ya que la violencia del hombre nace en una violencia dada por la sociedad y las condiciones en que le toca vivir a este: lo que tiene que hacer al salir de la casa, los problemas económicos, de trabajo y constante humillación, que llevan a una pérdida de valores, lo que origina que el hombre, al llegar a casa ejerza una violencia sobre los que están ahí, porqué a él lo agredieron afuera ¿Cuál debe ser el papel de la mujer frente a esta realidad? Justamente eso es lo que me cuestiono ¿tiene verdaderamente derecho a amar? ¿A defender sexualidad y tener sus sueños y sus anhelos? ¿Cómo desear en un mundo que ha perdido la fe en todo? Esto se ve con las nuevas generaciones y la manera en que se relacionan: no hay compromiso, nadie quiere quedarse en una relación. Lo que está de moda no es precisamente estar en una relación de amor y en estas condiciones las mujeres se encuentran atrapadas al ser madres y esposas sin la posibilidad de elegir, ni tener los medios económicos para irse. Todas estas inquietudes me interesan como autora, aunque no es propiamente un discurso feminista, veo más bien los anhelos, los deseos de estos personajes.

 

¿Es entonces la reelaboración del relato romántico?

 

Eso sí. Y también la reelaboración de la relación de la mujer con su cuerpo y su sexualidad. La manera como que en estos países, donde la mujer ha sido tan violentada física y emocionalmente, las mujeres pueden seguir teniendo su sexualidad, los caminos que le quedan y sus opciones. Este tema lo trate en mi colección de cuentos Eclipses. Ahí los personajes son mujeres, aunque hay algunos narradores masculinos, tratando de sobrevivir a un colapso emocional que puede ser el matrimonio o una revolución más allá del contexto o la época donde esté, pues sin importar esto, en una mujer objeto siempre sobrevivirá un rastro de humanidad en donde residen los deseos, y esos deseos son en últimas las que las hacen vivir o morir.

 

Hablemos ahora de sus influencias literarias ¿Qué autores influyeron en la construcción de su obra y de esta mirada que usted propone?

 

A mí me encantan las novelas y me encantan las poesías. Desde muy niña leí a Dostoievski y Tolstoi, Gorky y Chejov, como se ve, tengo un gran gusto por los autores rusos. Pero igualmente leí a Dickens y Víctor Hugo, es decir novelas clásicas que me encantaban. Por otro lado, a mí me tocó el Boom Latinoamericano: García Márquez, Álvaro Mútis, Vargas Llosa y Onetti, fueron lecturas que en su momento leí con mucha pasión, todos a su manera tuvieron que ver con mi obra.

 

Usted también es autora de teatro. Ha escrito obras como Vendo mi muerte y Bajo el cielo ¿Cómo ha sido esta experiencia en la elaboración de textos dramáticos?

 

He escrito otras además de esas dos, pero no me he preocupado por publicarlas. Escribir teatro es un ejercicio que me encanta y me divierte. De todas maneras en mi obra narrativa siempre hay una puesta en escena, una teatralidad. Cundo quiero contar algo simplemente busco la mejor manera de hacerlo, ya sea a través de una obra de teatro, por un cuento o una novela.

 

¿Cuál es el origen de esa preocupación por explorar distintas formas de plantear un relato?

 

Cada cosa  tiene su propio lenguaje. A veces no queremos contar algo como una anécdota, sino de una manera más poética, entonces uno necesita menos palabras y recurre a la poesía. Puede ser una poesía narrativa o una prosa poética, eso depende de lo que se quiera decir.

 

Su libro Playas Borrascosas, aborda el género de la entrevista, más concretamente a autores de Veracruz (México) ¿Cuál fue el proceso investigativo detrás de esta obra?

 

Este fue un libro que me tomó mucho tiempo. Las personas que entrevisté fueron autores de primer nivel en México, algunos ya han fallecido. En general ellos eran amigos entre sí, se admiraban mutuamente y otras veces discutían y en algunos casos se odiaban, por lo cual existían muchísimas anécdotas entrelazadas entre ellos. Al inicio comencé haciendo viajes a Veracruz, buscándolos por distintas ciudades y pueblos, pero ya al final decidí irme a vivir tres meses a Veracruz, aprovechando la ocasión para entrevistar a los autores que resultaban más difíciles de contactar. Como detalle curioso, esta experiencia me permitió hallar un libro Juan Vicente Melo, un gran escritor mexicano, quien tuvo guardado el manuscrito por veinte años. Yo busque entre sus papeles, lo organicé y logramos hacer una edición con la Universidad Veracruzana. Este libro es La rueca de Onfalia.

 

Precisamente su otra gran faceta es la de editora. Desde hace varios años se encuentra a la cabeza de la editorial Ediciones Sin Nombre ¿Cómo ha sido la experiencia en esta labor?

 

Este proyecto empezó con mi esposo, José María Espinaza, quien desde antes era editor y escritor. Él dirigía una revista de cine llamada Nitrato de Plata, la cual editaba cada vez que podía. Luego tuvo la idea de añadir unos pequeños folletos dentro de la revista y más tarde pequeños ensayos de él mismo y de su amigo, el escritor  Francisco Segovia. Con estas dos publicaciones nació hace 18 años Ediciones Sin Nombre. Yo comencé a participar en ella hace seis años, juntos definimos las colecciones. Me he propuesto editar autores colombianos pero sobretodo autores pereiranos, por ello se realizó el convenio con la UTP y la Fundación Frisby. Este concurso ya lleva dos versiones y estamos atentos para iniciar la tercera convocatoria.

 

Todos los proyectos editoriales tradicional resultan asombrosos en un mundo que parecen asombrosos en un mundo encaminado hacia la edición digital ¿Qué postura han asumido frente a este hecho?

 

Nosotros hacemos pequeños tirajes y llegamos a acuerdos con los autores para reimprimir a medida que se agotan las ediciones con previo permiso de ellos. Sabemos que la gente ya no compra tantos libros, y mucho menos libros como los que nosotros hacemos. Sin embargo, notamos que ese paso a lo electrónico no está siendo ni tan rápido ni tan eficiente como se esperaba, mucho menos en estos países en los cuales la gente no suele tener los recursos para acceder a la nuevas tecnologías. De todas maneras, sentimos que el mejor instrumento, el más sencillo entre el lector y el autor, es el libro, que no requiere más que ojo, tal vez algunas gafas y un poco de luz.  No digo que esté en contra de los E-book, de hecho es posible que terminemos haciéndolos, pero por ahora estamos en este punto de resistencia editorial.

 

Más allá de lo empresarial y lo tecnológico ¿Existe una misión política y ética detrás de su labor como editora?

 

No, a nosotros nos gusta editar y queremos que este sea un negocio que pueda sobrevivir por sí mismo, frente a la realidad de que muchas pequeñas editoriales han desaparecido. Nosotros llevamos ya 18 años de resistencia, contamos con un gran catalogo de más de cuatrocientos títulos y autores muy importantes. Pero no nos guía una idea política, básicamente editamos a las personas que conocemos y nos gusta lo que hacen, de hecho es raro que editemos algo de un descocido. No vamos a negar que somos una editorial pequeña con limitaciones que funciona con gente que cuya obra conocemos.

 

Última actualización: Lunes, Junio 25, 2012 10:45 AM
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