Sobre el autor Humberto Jaramillo Ángel

Jaramillo Ángel es una abeja incansable de la cultura que aparte de propiciar actos como el mencionado antes y de estimular la labor editorial en su comarca y la difusión de las obras que allí se producen, continúa elaborando en sus panales interiores la miel de su propia belleza, de sus personales reacciones frente a la vida y el mundo, frente a los seres y las cosas, autores, libros, obras de arte, sucesos literarios, poemas, ensayos, biografías, cuentos, crónicas, todo ese papel impreso y encuadernado en que el hombre contemporáneo descarga sus inquietudes intelectuales en su afán de comunicárselas a los demás e interesarlos en ellas.

Humberto Jaramillo tiene la gran pasión de España, de sus escritores y artistas, de sus ciudades y monumentos, de sus aldeas y paisajes, de sus mesones y posadas, de sus vinos y sus viandas. Habla de ellos como si hubiera vivido allí toda la vida. Y nunca los ha visitado, como no sea en fantasías y delirios, en las páginas de sus autores predilectos, en el sabor de la manzanilla, en el ritmo de los bailaores gitanos.

Lino Gil Jaramillo


En 1941 Humberto Jaramillo Ángel publicó un libro de prosas poéticas, Boletines de Mar, al cual me referí en otra oportunidad. Este libro, junto con Viento en los Caminos (1979) son algo así como remansos de placidez verbal entre el conjunto apesadumbrado de sus cuentos. Pero no son esos dos libros, sino otros dos poemarios más recientes, Límite de la Sombra (1988) y Coros de Otoño (1992), los que aquilatan su expresión poética.

Su obra es, en verdad, una reacción contra el medio comarcano, una constante beligerancia y lucha subjetiva contra toda expresión vana.

Pero ¡qué diferente es su prosa de su poesía!. Mientras aquella reclama para sí el reconocimiento de ser incontrovertible lenguaje escrito, con el espíritu de Vargas Vila vigilando cada palabra y retorciendo la sintaxis, los poemas de Jaramillo Ángel son lengua hablada que fluye sin tropiezos en versos huérfanos de geometría. Con expresión clara y sencillez expresiva –que muchos no esperarían encontrar en un escritor que ha poblado nuestra literatura de los seres más cogitabundos y desolados-, el poeta reserva un espacio en su obra a las cosas elementales que son fundamento de las más complejas construcciones.

Carlos Alberto Castrillón


Humberto Jaramillo. Otto Morales y Gustavo Quintero...era un intelectual en "vigilia combatiente". Que su peregrinaje no obedecía sino a un mandato: al arte y, en especial, la literatura. Esta lo mantenía en constante arrebato. Un estremecimiento espiritual impulsaba cada adjetivo que llevaba a sus escritos. Estuvo, invariablemente, en el sitio del hombre que tiene un compromiso. Este, no en el sentido político tradicional en las letras, sino en relación con una misión que él comprendía y aceptaba como su procuración íntima. Leía, comentaba, buscaba libros desaparecidos de la circulación; volvía sobre prosistas que dejaron huella singular, por su estilo, en el pasado. Revisaba lo que se publicaba en el país. Era fiel a sus amigos: los que estaban cerca, en el diálogo personal o en el epistolar, o aquellos –ideales y lejanos- que reunía en los estantes de su biblioteca. Se compenetraba con ese riquísimo mundo de la creación y de la inspiración. Nunca estuvo ausente de ese marco ideal.

Otto Morales Benítez


Pero en Humberto Jaramillo Ángel alentaba un escritor de verdad. Sin exégetas ni turiferarios fue ganando día a día la valiosa condecoración de ser leído. Por eso logró cruzar sin mayores vacilaciones la puerta estrecha de la consagración nacional, hasta dejar su nombre en la pizarra del tiempo, donde sólo brillan los que tienen el poderío de su claridad.

...Cuando entramos en sus relatos, nos vamos conduciendo con cierto recelo, como si nos asaltara el presentimiento de que en la primera vuelta del camino nos alarga sus garras la emboscada. Y finalmente caemos en el delirio, en la embriaguez de las pasiones, olvidándonos del límite de las palabras y la dimensión de las escenas, pues ya apenas tenemos ojos y corazón para seguir tras el fantasma, tras la nube, tras el perfume, tras el susurro lejano que aviva la ansiedad. Porque el arte del escritor consiste, definitivamente, en cambiarnos de sitio, haciéndonos olvidar que emplea palabras como decía Bergson.

En el cuento, Colombia ha sido un territorio privilegiado. Ha tenido grandes y brillantes cultores desde don Tomás Carrasquilla hasta Alfonso Bonilla Naar. Luego, alcanzar una distinción allí donde tantas firmas han puesto su hito luminoso, es razón suficiente para confirmar la jerarquía de un escritor. Y Humberto Jaramillo Ángel, con el solo patrocinio de su voluntad y de su inteligencia, ha logrado traspasar el biombo impenetrable tras el cual se congregan los elegidos. Esto dice, mejor que cualquier ensayo crítico, el valor fundamental de su obra.

Julio Alfonso Cáceres

Tomado de: Calarca.net

 

Humberto Jaramillo Ángel es un escritor moderno en el sentido en que su obra, para su tiempo, constituye una renovación de la forma de escribir y de ver el mundo, contraria a la tradición de la literatura del Gran Caldas que, como observa Mejía Duque, es un “cenáculo intelectual de la minoría rica” a quien le interesó más el cómo decir, la eficacia de la palabra, mas no la realidad concreta. Tradición con la cual rompe en gran medida Humberto Jaramillo Ángel al traer a su cuentística el sino de lo psicológico con mirada renovada sobre el individuo, sus problemáticas (conflictos interiores) y los tormentos del alma en seres solitarios y taciturnos; de este modo, Humberto Jaramillo Ángel se aleja en su discurso literario del concepto de grecoquimbayismo, concepto que estudió Mejía Duque para referirse a una generación de escritores del Gran Caldas.

César Augusto Reyes Vélez. Leer tesis completa en: utp.edu.co

 

Última actualización: Jueves, Abril 09, 2015 10:34 AM
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