Cerca de 40 poetas se dieron cita en Pereira, del 20 al 24 de agosto, en el 7° Festival Internacional de Poesía, Luna de Locos. Entre nacionales e internacionales estuvo Carlos Alberto Castrillón, cuota de la universidad del Quindío. Castrillón, docente del programa de licenciatura en Español y Literatura, y magíster en literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira, ha publicado cuatro libros de poesía y cerca de 30 libros con temáticas literarias y académicas.
“No releo los libros académicos porque no tienen un vínculo afectivo conmigo”, dice el poeta y ensayista, que entre poemas practica su pasión por arreglar computadores. “Yo estudié ingeniería de sistemas, no me gradué nunca de ingeniero sino de tecnólogo, a consecuencia del terremoto de 1999, momento en el cual tuve que interrumpir los estudios”.
¿Cómo fue su experiencia en Luna de Locos?
El festival tenía dos componentes muy interesantes, primero la poesía indígena colombiana y segundo la poesía afrodescendiente colombiana. La experiencia fue muy valiosa porque había una conjunción de culturas; la poesía tradicional, más la del Pacífico y la de los pueblos indígenas contemporáneos. Es significativo que en un festival como este se logre que distintas formas de expresión puedan conversar.
De los poetas invitados al festival ¿con cuál sintió más afinidad?
Pues con muchos, de varios ya soy amigo y comparto, por ejemplo con William Ospina. Con Andrés Morales, poeta chileno, al cual yo no conocía, existió una charla muy chévere y con los tres poetas indígenas Hugo Jamioy, Vito Apüshana y Fredy Chicangana, poetas contemporáneos que han ganado muchos premios, hubo gran empatía.
¿Quería conocer a alguno de los poetas invitados en particular?
Sí, a Daniel Samoilovich, porque es un poeta muy importante, que marcó toda una etapa de mi trabajo en los años 90, pero yo lo había conocido solo a través de los libros. Verlo y poder hablar con él, compartir inquietudes, decirle lo que su obra literaria significó en mi trabajo y mostrarle mi poesía fue muy importante, logramos intercambiar libros.
¿Estuvo presente en todo el festival? ¿Cómo fue su vinculación al evento?
Estuve una semana. Tuve participación jueves, viernes y sábado leyendo poemas y ofreciendo algunas conferencias, como ‘Maneras de mirar la joven poesía colombiana’, donde estuve acompañado por Pablo Montoya, William Ospina, Flobert Zapata, Juan Felipe Robledo y Rubén Darío Sierra.
¿Cómo ve a los jóvenes poetas colombianos?
Pues como decíamos allá en el festival, los poetas hoy cuentan con posibilidades a las que poetas anteriores no pudieron acceder, por ejemplo, las formas de difusión de la poesía han cambiado, ahora cualquiera puede publicar un libro digital y distribuirlo sin ningún problema, mientras que antes era un proceso complejo, muchos no podían hacerlo y así morían muchas obras. Ahora los poetas tienen esas amplitudes de distribución de sus obras y si son buenos poetas pueden surgir y si no quedan olvidados entre miles de millones de textos que circulan en la red.
¿Siente que con las nuevas tecnologías y las nuevas generaciones la poesía ha sido echada al olvido?
No, en absoluto, simplemente la poesía ha cambiado. Un grafiti es poesía, una fotografía es poesía, un buen vídeo es poesía, la cuentería tiene su forma de poesía, entonces la poesía ha cambiado los lenguajes, los soportes. Los poemas ya no son solamente palabras escritas en el papel.
¿Qué piensa de las publicaciones digitales?
Me parece muy bien, yo tengo casi todos los libros recientes en formato digital. Los obsequio en formato digital y algunos, cuando yo tengo el derecho, los monto en la nube para que cualquiera los pueda descargar y leer. Eso sí, si el libro es comercial o tiene los derechos una editorial no se puede montar en la red.
Enviar libros al exterior cuesta mucho dinero, se hace entonces muy difícil compartirlos con lectores y autores lejanos, así que un buen PDF ayuda bastante.
¿De dónde nace su deseo por escribir poesía?
Yo escribo poesía desde hace muchísimos años, desde 1980. No es algo que haya ocurrido recientemente. Son vocaciones, formas de expresión, cada uno encuentra la forma de expresarse.
¿Cómo definiría su estilo de poesía?
Es difícil de definir la poesía de uno, yo diría que es poesía contemporánea colombiana. Es decir poesía que trata de los asuntos del ser humano contemporáneo, por eso me motivan los problemas del hombre contemporáneo, es decir la forma como se vive, como se trabaja, como se sufre, eso es lo que más me preocupa.
De los poemas que ha escrito ¿cuál es su favorito?
Podría ser ‘Poema del abandono’, ese poema para mí es muy importante, a alguna gente le gusta, pero digamos que no es un poema que guste tanto como otros, pero para mí es muy importante porque es vivencial.
En general los poetas contemporáneos no escribimos mucho sobre la vivencia personal, generalmente escribimos sobre ideas más universales, pero ese poema sí nació de una vivencia personal, es decir escribirlo fue una especie de catarsis, como algo que era necesario escribir para matar a un demonio. Es un poema de una separación, y las separaciones siempre son dolorosas.
Ahora, hay uno que siempre cuando voy a festivales me piden que lea, es un poema que se titula “A mi casa” comienza diciendo “a mi casa solo llegan los mendigos”. Hay poemas que impactan más que otros. A mí me interesa más el poema que le interese al otro.
¿Cuál es su poeta favorito?
Son muchos, pero uno muy importante para mí por ejemplo es Roberto Juarroz, poeta argentino, sumamente importante en la poesía, influyente en toda latinoamérica, con una poesía profunda, increíble que siempre significa muchas cosas. También la poesía japonesa me gusta por la delicadeza, por la brevedad, yo escribo Haikú, uno que tengo aquí dice “Bajo techo una espiral desnuda, un caracol violento”. Entonces son poemas muy breves, precisos, un poco misteriosos, el sentido como que no se capta bien pero puede brindar una imagen, me gusta mucho esa poesía.
¿Cuál es el poeta colombiano que le ha marcado su trayectoria?
Jose Manuel Arango, porque era un gran poeta, un poeta muy urbano, pero al mismo tiempo de una sensibilidad muy profunda y porque también era amante de la poesía japonesa, fue traductor de ella.
¿Cuál es el libro que más ha releído?
El libro de Ryokan ‘El gran tonto’, porque Ryokan fue un poeta japonés muy importante para mí, muy importante para la poesía japonesa y yo hice la traducción de ese libro, siempre lo comparto con la gente, se lo entrego a alguien cuando deseo compartir un gusto en particular con la poesía, ese libro siempre está presente en versión física y digital. Como está en google books me es más fácil compartirlo con la gente.
¿Una reflexión para jóvenes que deseen dedicarse a la poesía?
Leer mucho. No se puede escribir sin leer, la escritura nace de la lectura.