Biografía: Julián Chica Cardona

Julián Chica Cardona

Julián Chica CardonaFiladelfia, Caldas, 1955. Premio Nacional de Novela Aniversario Ciudad de Pereira 2011. Miembro de Honor con medalla de oro de la Casa del Poeta de Perú, 2012. Miembro de Número de la Academia Pereirana de Historia, y Miembro Correspondiente de la Academia Caldense de Historia. Coordinador del Encuentro Internacional “Poetas en el Equinoccio”, Pereira / Dosquebradas, conmemorativo del Día Mundial de la Poesía UNESCO. Coordinador del proyecto de Ciudades Hermanas. Investigador de tanatología, conferencista, periodista cultural, escritor.

 

 

OBRAS PUBLICADAS:

  • “Zodíaco de flechas”, poesía, 1993.
  • “Éxodos y fluctuaciones”, prosa, 2000.
  • “Antipoemario”, textos experimentales, 2005.
  • “Un valle lacustre llamado Dos-Quebradas”, Historia, 2007.
  • “Poetas en el equinoccio”, 2011. Colectivo 15 poetas nacionales. 
  • “Mi querida enemiga”, Premio de Novela 2011, 2ª edición, 2012
  • “Los caminos de los indios en la América Hispana”, Historia, EAE, 2012.
  • “Ciudades de Agua”, poesía, 2012.
  • “Poetas en el Equinoccio”, 2013. Colectivo, Memorias del Encuentro.
  • “Una cesta de azucenas”, poesía, 2014
  • “Poetas en el Equinoccio”, 2014. Colectivo poetas internacionales, Memorias del Encuentro.

 

ANTOLOGÍAS

  • “Poetas en el paisaje cultural cafetero”, Memorias 2º encuentro, Supia, 2012.
  • “Orografía de las lenguas”, Compilación 46 relieves líricos, Lima, 2012
  • “Los días que se encienden”, Antología poética internacional, México, 2013
  • “Antología de poesía ecológica”, Artepoética Press Inc., New York, 2014
  • “Una cesta de azucenas”, Colección Tulio Bayer, 2014

 

E - mail: sartapalabras@gmail.com             

Blogs Literarios: http://julianchicaliteralia.blogspot.com

                           http://poesiadiamundial2q.blogspot.com

Blogs de historia: http://vallelacustre.bligoo.com.co/

                             http://filadelfia1800.blogspot.com/

 

Reseñas críticas sobre la obra de Julián Chica Cardona:

 

El Sexo y el Humor en Mi Querida Enemiga

José Jaramillo Mejía

 

El tema del sexo es recurrente en la literatura, no siempre tratado con la sutileza y respeto que merece, entre otras cosas porque las referencias a las actividades sexuales de las personas se mueven en una línea imperceptible entre la excelencia y la vulgaridad, que mantenerla en los niveles de sublimidad y respeto depende del lenguaje y de las condiciones sicológicas y morales de los autores. Mucho más cuando la sexualidad está asociada con el humor, donde el equilibrio se impone, porque el tema se mueve sobre campos minados de ramplonería y ordinariez. Difícil es decir las cosas referentes al sexo con gracia, sin utilizar eufemismos, expresiones de doble sentido; o variantes moralistas, que le quitan la sal al cuento. Vale la pena destacar lo que dijo una anciana soltera, culta y distinguida, cuando le preguntaron su opinión sobre la virginidad: “Me parece que la pusieron en muy mala parte”, contestó, con lo que definió en nueve palabras toda una teoría sobre el asunto.

A lo largo de las 255 páginas de su novela “Mi Querida Enemiga”, ganadora del Premio Nacional de Novela, Aniversario Ciudad de Pereira, 2011, Julián Chica Cardona describe situaciones y relata episodios que tienen que ver con las relaciones íntimas de las parejas, que comienzan desde la infancia, en escenarios en los que los protagonistas, necesariamente, son familiares o amigos muy cercanos. Y pone en boca del protagonista del relato referencias a su hermana Frida como esta: “Sobre todo, si detrás de ese sentimiento del amor fraterno se esconde el murmullo de la piel y de los órganos sometidos al deseo”. Y más adelante dice algo que no es usual al referirse a una hermana: “Había decidido ponerse de nuevo su vestido blanco con un bordado de esos que han hecho tan famosos los escotes de Cartago, y lo lucía por encima de un sostén que no traía pretina o liga al frente, de tal forma que revelaba el espacio de sombra pastel rosa en medio del nacimiento de sus senos”. Pero el ejercicio de la inducción sexual tiene que continuar y entonces aparecen las amigas de la hermana, “las tres gracias”, como las llama, quienes en un paseo al río “(…) dejaron que yo les restregara sus ondinas rivereñas, masajeara sus senos de oloroso albaricoque, y aplicara sobre sus barbas gatunas algún pase mágico, buscando el nacimiento del abismo”.

Tampoco las tías escapan a las miradas escudriñadoras de los muchachos, aun en circunstancias como la convocatoria a irse para el velorio del tío abuelo Celestino, de nuestro personaje, cuando la hija de éste y tía suya, Dévora, le dice: “¿Así estoy bien, papito? E hizo un giro de cadera”. “Lucía una falda de paño gris pastel que le llegaba cuatro dedos arriba de la rodilla. La blusa era de seda, en tonos que iban del gris claro al oscuro y con su cuello alto, mientras que la chaqueta con sus solapas en punta resaltaban aún más sus pechos bien proporcionados que cimbreaban mientras caminaba hacia mi encuentro (…)”.

 La educación sexual de un joven tiene principios contundentes, que provienen de amigos o parientes cercanos, que por coloquiales no dejan de ser pedagógicos. “Pompilio me decía que todo lo que echara sangre era cacería”, lo que para un buen entendedor es suficiente. Pompilio era un amigo del papá del protagonista de la novela.

 Un hombre que se respete no pierde el tiempo en las antesalas viendo revistas viejas, cuando hay una secretaria al alcance de la vista, a la que siempre queda tiempo para analizarla cuidadosamente. Eso pasó con Trina, la secretaria de las abogadas de nuestro hombre, de quien dice: “Sus piernas largas y magras sólo eran mejoradas por unas bonitas rodillas que disimulaban en algo el reducido incremento de sus muslos (…), pero ella las sabía ceñir con unas medias negras, sensuales (…) Además, sabía usar muy bien unas falditas cortas con una abertura que indicaba ese camino hasta donde Adán le había mordisqueado la manzana a Eva”. “Otra cosa eran sus senos. Allí sobraba lo que en el resto del cuerpo no tenía (…) Con decir que el que viera a Trina saliendo de la plaza de mercado, juraría que se había robado dos papayas por dentro de la blusa. Aprovechaba ese atributo para sorprender con sus escotes tridimensionales de un largo sinuoso (…), profundo expendio de piel color de rosa”.

Las sucesivas visitas a la oficina de las abogadas terminaron en una empatía tal con Trina, que ésta convidó al poderdante a quedarse un rato después de las seis, para confiarle que sus jefas estaban dilatando el pleito para sacarle plata. Después de unos whiskies, ella dijo: “Te ves tan varonil con esa camisa a rayas”. (…) cerró sus ojos bovinos y me atrajo hacia su cuerpo”. “Yo la abarqué extendiendo mis dedos hasta la parte de piel que existía donde terminaba la blusa y empezaba la pretina de la falda”. “Quería con ansiedad probar la miel que había en su torso. Ella quería beberse el dulce fresco y varonil de la manzana que subía y bajaba por el interior de mi garganta. Y en ese silencio sospechoso descubrí que la juntura de sus tetas olía al dulce de zapallo que nos preparaba la abuelita cuando estábamos chiquitos”.

 Sin necesidad de ser un seductor agresivo, el hombre que tiene poder es atractivo de por sí. Y no faltan las niñas curiosas que quieren estrenarse con un hombre mayor, despreciando al noviecito que le tiene reservado la familia, y actúan con desparpajo sin importarles las circunstancias o las consecuencias. Catalina era la hija de un matrimonio que trabajaba al servicio del ingeniero protagonista de “Mi Querida Enemiga”, a quien cuidaba la convalecencia de un accidente. Con desparpajo le dice a su madre: “Mami, vaya a ver si ya ladró el perro”, para sacarla de la alcoba. Y dice el autor: “Accionó el seguro de la puerta y selló la alcoba tras su cuerpo (…)”. “La besé como hasta entonces no sabía hacerlo. Aclarando (…) que en las artes amatorias me encontraba de pantalón cortico frente a los requerimientos. Fue un beso ansioso e intranquilo. Sin lengua al principio pero después glotón y vibratorio, lleno de colibríes y ruidosos insectos que ella desataba en alegría.” El resto es la locura que no se detiene y prefiere aliviarse después con remordimientos y contriciones, que se refrescan con el rocío de la satisfacción.

 Hasta ahora no se ha inventado una vacuna contra la seducción de las mujeres fatales, que envuelven a los objetivos de sus argucias en el terciopelo de los encantos femeninos, puestos en evidencia para deslumbrar a los hombres, previamente seleccionados para ir a la fija y sacarle el mejor provecho a la misión.

El ingeniero protagonista de la novela de Julián Chica Cardona, en viaje de negocios para Panamá, con escala en Bogotá, cae en las redes de una de esas vampiresas, cuando “casualmente” ella se ubica en el avión a su lado y comienza la seducción exhibiendo sus atributos, que el novelista describe con lujo de detalles, y entablando una conversación sugestiva y coqueta para sugerir programas compartidos, que terminan al día siguiente con nuestro hombre en una clínica, sometido a insistentes lavativas para extraerle hasta el último residuo de escopolamina del organismo, después de la otra lavativa que la encantadora mujer le había hecho a la plata que llevaba para hacer un negocio para la empresa de la que era socio con Frida, su hermana; a las cuentas bancarias, tarjetas de crédito y al bolsillo, hasta dejarlo completamente limpio. “De eso tan bueno no dan tanto”, decía el bobo del pueblo, pero los galanes de ocasión no dejan de caer.

 Finalmente, aparece Melissa y se repiten las escenas eróticas, cada vez más refinadas, porque el hombre tenía a esas alturas un recorrido largo e intenso, y se considera un seductor de mucha espuela.

En fin, “Mi Querida Enemiga”, cuya segunda edición tiene como separadores de los capítulos hermosas reproducciones de pinturas de grandes maestros, es una lectura amena, interesantes, a pesar de su frivolidad; y deliciosamente tramada para atrapar al lector en las redes de una excelente narrativa. Se las recomiendo.

 

Mi querida enemiga

Asdrúbal Angulo Romanovich

 Cartagena, septiembre 21 de 2012

 

Quiero llegar a un contenido, por encima de virtuales comentarios atípicos, que siempre existen., para ocupar la exacta dimensión de un escritor Colombiano JULIAN CHICA CARDONA.

Autor de varios libros, interesantes por cierto, escritos por un Hombre inteligente, franco, sencillo y conocedor de la vida común en todas su ramificaciones, por ser un ser de especial experiencia, no solo en su medio, sino en todas las zonas humanas donde lo ubiquen, por haber atrapado desde sus años mozos, una indiscutible experiencia, a través de su encantadora óptica de la condición humana y su naturaleza.

Llegó a mis manos una franca novela, que resalta por su sinceridad y presenta sus situaciones, como Kafka: así de inmediato!! Danzando en ella, un conjunto de personajes, que como el mismo JULIAN lo dice “….Sin embargo, mal consejo es luchar contra las realidades de los convencionalismo y los trámites burocráticos en los que obligatoriamente nos movemos……….”  

Puede escribirse muchísimos relatos o novela, pero en “Mi querida enemiga”es un saco de realidades extraída, no solo de la gente común, sino de aquellas que funge en una mecanización de la vida por el poder y aparente formación decente, guardando su alma ante el público,  extinguiéndose “la riqueza individual” que muchos seres dispersan, en todo lo que el ser, como individuo, espera en sus esperanzas, felicidades, dolor, ofensas y en su nobleza y generosidades.

Su pluma, clara, más no erótica, como muchos la han calificado, expresa en todo lo largo de la novela, un espirito de honestidad, la abundancia de acciones que rigen y abundan en el ser humano, solo

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eso, nada más. Una cosa es ser erótico, y otra describir a una sociedad  que se ha acostumbrado a  estos intersticios en la vida, familiarizándolos con términos como la “burundanga” que la “Coquetería es una categoría de la existencia, el semblante de una hechicería perfecta, ¿Qué es un buey sardo, mami? Un novillo gordo que tiene dos cuernos grandes…” Es la disipación natural, bien narrada. ¿A quién no le encanta una buena fiesta? ¿A quién no le gusta una gesta de emociones nuevas? Y…¿a quién no le gusta una jerga con ciertas libertades aunque el remordimiento llegue tarde? Por Dios somos humanos. La vida, no es una sala de monjes y mojigatos. La vida es más amplia y así, sin excesos, se puede llevar con especial decencia. Ahora, ciertas libertades no son excesos, están por encima de codificaciones, simplemente es una función inmejorable de oportunidad para el hombre, que se presentan de golpe, y no como un todo…para luego seguir la vida.

¡Ah “la querida tía Frida!! Catalina, Octavio, los Marmolejos….Melissa…esas Diosas supuestas a la promesa de un mortal…” conforman el conjunto ambicioso y sencillo, de una combinación de conocimientos-verdades, que dan vida a “Mi querida Enemiga” Si, con personajes que uno observa y siente en la vida cotidiana, llenos de acciones de una psicología natural, que permiten definir la mentalidad de cada una de ellas.

Se desbordan en el recorrido de “Mi querida enemiga” caminos de una fuerza total, cobijada de una suigeneris potencia espiritual, que atrapa nuestras almas y corazones, obviamente desperdigando, derramando y concretando, posiblemente, esperanzas, y por qué no? desesperanzas, dentro de ese rio ordinario de la vida común, que se remonta diariamente en la fatiga de los pueblos latinoamericanos, como una natural salida de su idiosincrasia “entregándose a ella con más premura puesto que piensan, tal vez con razón, que eso aumenta su prestigio entre compañeros” (W. Somerset Maugham).

Brincan muchas cosas, en la novela de Julián Chica Cardona, sobre todo un silencioso entusiasmo, de una lejana perseverancia de conciencias que se acercan y una rápida como veloz aspiración de vociferar decentemente  al mundo, tanto la insatisfacción como el regocijo de sus pensamientos.

Julián sabía, y así lo siente, que en la vida existe una norma, muy conocida y experimentada en el mundo, la de seguir VIVIENDO, donde se mezclan las emociones de todo tipo, violentas, agresivas, la del bálsamo de la paz y por supuesto la que descifra el  perdón y así

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caminar, a las tres cenas diarias de subsistencia en la vida: ¡¡El Amor!!

Julián, no detiene la vida, preguntándose siempre a ¿Dónde nos lleva? ¿Cuál es su camino? ¿Cómo la ocupamos? ¿Qué la hace útil o no? ¿Por qué, en momentos insatisfecha y en otras circunstancias no? La respuesta, obviamente, se halla en el hombre, o como el mismísimo Julián la describe insospechadamente “una bata de verano recién sacada del armario “No, esto no es un sueño. Pase a la habitación de enseguida, y verá que ella tiene un trasero descubierto (La vida). Y si eso acaso fuera un sueño entonces es para avisarle a uno que allá esos son sus atuendo. Pero no vaya a creer que se trata de esas tales predicciones que la gente sostiene que vienen incluidas en los sueños. Ni tampoco sirven para adivinarle a uno el futuro.”

¿Adivinar el futuro? La pregunta imperecedera de los humanos, en su afán de darle realidad a sus ilusiones, a sus causas y a sus verdades y mentiras, desde muy temprano, en el aposento de su rebeldía ante la otra esfera, la dimensión natural del miedo, a todo, en especial a la muerte, y que ésta, lo sorprenda antes de tiempo, en la carrera de las emocionalidades, donde, por momentos en un corto circuito mental, deja creer en todo, en el hombre en…..Dios, para luego retomar  sus creencias y posiblemente creer en todo. La muerte no sorprende, simplemente nos atrapa.

Para darle íntima emoción a la reflexión del parágrafo anterior, reproduzco una frase de León Tolstoi, que ha invadido mi naturaleza por mucho tiempo, y pienso que a Julián Chica, igual:

“Si existo, deber  haber alguna causa de ello, y una causa de las causas. Y esa primera causa de todo es lo que los hombres llaman Dios”

El Hombre es incapaz de ocultar su naturaleza. Es un motor de pensamientos, preguntas, respuestas, opiniones y energía constante. Su condición humana, así, lo reclama, pues es parte de su infinito, que trabaja su propio pensamiento fatigante, irrigante de ideas, que cómo Julián Chica Cardona, llevan su vida, con la bella expresión del arte, la literatura, la poesía, algo que está en sus venas y arterias, que indiscutiblemente, lo ha llevado a realizar sus nobles deseos, en su hermosa compulsión como escritor.

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 Como el mismo Julián lo expresa al final de su epilogo, serenamente, tranquilo y fusionado en un lindo y fino estilo alegórico:

Y puedo decir que nada se compara con los grados de excitación y embriaguez que esa instrucción desencadena. No sé por qué en algún momento pensé en Frida (La vida), y me dije que de todos modos estaría  bien sin mí. Porque a ella (La vida) le corren y le vuelan. Pero dejemos a Frida (La vida) en su Universo”.

 

Mi querida enemiga, una novela bien escrita

José Miguel Alzate

El Diario del Otún, domingo 2 de septiembre de 2012

 

Si algo sorprende de “Mi querida enemiga”, la novela de Julián Chica Cardona que obtuvo el Premio Nacional de Novela Ciudad de Pereira, es el afortunado manejo del personaje narrador.

 En la obra del escritor oriundo de Filadelfia se advierte, desde el principio, un narrador en primera persona que le comunica al lector, en un lenguaje con contenido erótico, esas sensaciones extrañas que el personaje vive cuando sale a recorrer las calles de Pereira -la ciudad que se convierte en el espacio geográfico de la novela- para encontrarse con su hermana Frida.

En esta novela se descubre un narrador fornido, que sabe cómo utilizar los recursos del lenguaje para imprimirle ritmo a la narración. Es decir, esta escrita en un lenguaje fresco, que por su calidad narrativa induce a leerla.

 

Complejidades

Félix Antonio Mendiguren Marmolejo, el ingeniero que hereda de sus mayores una cantera que le permite darse una vida de conquistador empedernido, es un personaje de complejidades sicológicas.

 En esa narración que hace de momentos intensos en las relaciones de pareja, el personaje narrador se adentra en los conflictos humanos para contar una historia que si bien no tiene eso que José Miguel Oviedo llamaba momentos de intensidad dramática, logra entretener al lector por la calidad de la narración, y por ese erotismo de excelente factura que asoma en sus páginas.

 En esta obra Julián Chica Cardona demuestra que tiene el talento literario suficiente para escribir una novela de mayor profundidad temática, donde invente ficciones arraigadas en la realidad.

“Mi querida enemiga” es una narración más bien lineal, sin aportes novedosos desde el punto de vista estructural, donde la técnica cede ante el encanto del lenguaje.

 Pero, eso sí, es una novela muy bien escrita, donde el autor alcanza instantes de esplendidez literaria. Julián Chica Cardona logra seducir al lector con una narración ajustada a parámetros estéticos.

 Hay momentos en la novela donde se revela esa capacidad del autor para construir frases efectistas, con contenido artístico. Aunque peca un poco en el dequeísmo, sobre todo porque omite el “de” cuando el “que” lo requiere para darle casticidad a la frase, la prosa no pierde encanto literario.

 El escritor sabe condensar las palabras para construir párrafos bien logrados. Se vale de metáforas para darle al relato consistencia poética.

 

Femenios

El título de la novela de Julián Chica Cardona hace pensar en una historia donde confluyen personajes que en determinado momento se van a enfrentar para arreglar sus diferencias. Como nombre, “Mi querida enemiga” le vende al lector una idea falsa.

 Todo porque lo que sucede al interior de la novela no es expresión rotunda de conflictos personales. ¿Quién puede ser la querida enemiga a que hace referencia el título? El lector no lo descubre fácilmente.

 Los personajes femeninos tienen en la novela una connotación más bien freudiana. ¿Se podría pensar que es Frida, la hermana del personaje narrador, la enemiga? No hay momentos en la historia narrada que marquen a este personaje femenino dentro de ese contexto. Es decir, el rostro de la enemiga no se advierte en el relato.

En “Mi querida enemiga” no se encuentra el lector con una novela donde se trabaje con interés eso que James Joyce llamó alguna vez nudo, desarrollo y desenlace. ¿La razón? A la obra le hace falta hilo argumental.

 Además, no son muchos los personajes que en la historia cobren vida propia. Por ejemplo, la novela se queda corta cuando el personaje narrador cuenta cómo se encontró en el avión con una hermosa rubia que lo conquista para, después de darle escopolamina, apoderarse de sus pertenencias.

El relato, no obstante tener aristas interesantes, deja muchos hilos sueltos. La técnica de contar desde otro segmento de la narración la forma cómo fue dejado abandonado no es convincente. Como no lo es la relación del protagonista con la hija de su amante.

 

Diálogos

En “Mi querida enemiga” los diálogos tienen contundencia verbal. Sin embargo, la novela adolece de eso que Mario Vargas Llosa califica, en “Cartas a un joven novelista”, como poder de persuasión. Todo porque lo único extraño que vive el protagonista es haber sido víctima de una mujer que, después de seducirlo, lo despoja de sus objetos de valor.

En la narración de este suceso, Julián Chica Cardona no utiliza todas sus destrezas narrativas. Además, la historia de Frida cuando, al final de la novela, se cree que va a tener con el hermano una relación incestuosa, se corta abruptamente cuando aparece en el cuarto la amante.

Del autor de “Mi querida enemiga” debe esperarse, en un futuro, una novela donde despliegue todo su talento como narrador. En su alma habita un excelente escritor.

 

Acerca de Mi Querida Enemiga

De Julián Chica Cardona

 

Hace unos meses, tuve la fortuna de recibir un gran regalo de manos de Julián Chica, Mi Querida Enemiga. Trae comentarios muy acertados de los Jurados y un prólogo certero de Juan Carlos Acevedo. Empecé a internarme en sus páginas, entonces comprendí  que el Premio Nacional de Novela Aniversario Ciudad Pereira, 2011 obtenido por  Julián Chica, si que vale la pena.

Esta novela acompaña viajes y noches de silencio, mientras sus personajes se van acomodando en casa como si fuera su propia estancia. Son personajes normales, de la cultura y de la historia de Colombia, es lo que más me agrada. Son de carne y hueso, que viven, cometen errores, se ven envueltos en tramas de las circunstancias del acontecer normal del país y prosiguen en su peregrinaje.

A veces tengo la impresión que se instalan en casa. Siento la necesidad de un café para acompañarlos en sus páginas, mientras afuera el ruido de los autos continúa en su afán cotidiano.

El personaje principal Félix Antonio Mendiguren Marmolejo es un hombre que puede representar la sociedad cafetera, que camina por ese espacio hermoso de una Colombia pujante y trabajadora.  Tiene la “suerte” de heredar  riqueza y fama del tío abuelo, Celestino, nombre bien interesante para quien personifica a un hombre mayor sin recatos que maneja la conciencia de la comunidad a través de una especie de chantaje por los favores constantes que ofrece a los habitantes.

Existen varios niveles en la novela que se entrecruzan de manera armoniosa. Con gran astucia el narrador maneja el amor, el enamoramiento, conquista,  la sensualidad, el incesto, el poder, la trampa, los temores, para conjugarlos en toda la novela. En estas páginas también se vislumbran las leyes que lastimosamente en nuestro país, se pueden infringir. Aparecen las mafias que se apoderan de la tierra. Se intuye a los desamparados que quedan sin techo y sin  cobijo.

Surge Frida que da el tono sarcástico a la narración. Ella está entre la seducción y el tener la razón.

Hay que tomar café y respirar con los metatextos de la novela, que se convierten en el tomar aliento para continuar con la trama.

Como lectores caminamos detrás de la historia que desarrollan esos personajes. Julián Chica, recurre a la intoxicación con alucinógenos para mostrarnos una realidad contemporánea. También el amor que no es eterno, o que es eterno mientras dure.

Hay un manejo de la sensualidad y del erotismo muy cuidadoso, pleno de naturalidad.

Esta novela le muestra al mundo la realidad sociocultural y económica de la zona Cafetera de Colombia.

No hay duda que el oficio de historiador permea la novela. Estoy segura que en la mente de Julián Chica se está gestando un nuevo trabajo narrativo. Ha empezado con gran fortaleza este gran camino de la novela.

Igual que muchos, lectores, yo brindo con el mejor café, por esta hermosa novela, que Julián Chica pone a caminar por los senderos de la alegría y del futuro.

Lilia Gutiérrez Riveros

Bogotá, Abril de 2013


 


Última actualización: Lunes, Septiembre 22, 2014 4:31 PM
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