Textos del autor

RELOJ

Un día

a las seis de la tarde.

Estaré muriendo

lo que nunca he vivido.

 

A las siete,

Dios estará tan lejos

que será una estampita olvidada en la infancia.

 

A las ocho,

la felicidad será olvido

y buscaré sus caminos en el vino.

 

A las nueve,

tú pasarás descalza por mi sangre

y no compartirás conmigo el silencio de tus pasos.

 

A las diez,

no habrá nadie que recoja

lo que queda de mí.

 

A las once,

me quedará grande la soledad.

 

A las doce,

me daré cuenta de que yo no tengo la culpa

de la belleza del mundo.

 

Entonces,

no tendré fuerza para ver amanecer sobre las lilas.

(De Resurrección de los juguetes - 1955 - 1964)

 

POEMA

Recuerdo,

que eras pequeña

entre mis dedos.

 

Que la sangre

desandaba tus caminos,

y te hacías simple y profunda

como un niño.

 

Recuerdo,

que eras elemental

entre mis dedos,

 

que inventabas palabras

y jugabas:

a que yo no me iba.

 

Eras ecuación de palabras

y silencios.

TÚ.YO Y MÍA.

(De Resurrección de los juguetes - 1955 - 1964)

 

ODA A LOS NIÑOS ASESINADOS

Cayeron sobre un metro

de tierra Colombiana;

como si tropezaran jugando con la muerte.

 

Se murieron despacio,

como si no quisieran

abandonar los juegos

apenas comenzados.

 

Murieron al arrullo

de un cascabel de plomo.

Bajo la sombra amiga

de un árbol que tenía

un columpio en sus brazos.

 

Cayeron con la frente

horizontal al cielo.

Y un trompo entre los dedos.

 

Murieron bajo un cielo

que miraba impasible

cómo se agigantaba

la muerte entre sus labios!

(De Resurrección de los juguetes - 1955 - 1964)

 

CUANDO LA CIUDAD ME SOBREVIVA

Cuando la ciudad me sobreviva

para olvidarse de mi nombre;

la llamaré desde el fondo de la tierra

con mi voz de raíces.

Serán de tierra mis palabras.

Recogeré mi cuota de sangre entre los árboles.

Me improvisaré de viento

de silencio horizontal a la seis de la tarde.

Renegaré de mi muerte.

Me negaré a olvidarme.

Gritaré mi silencio

 entre los ruidos de las fábricas.

Me levantaré a recoger la angustia

de los domingos de lluvia

y los años que pasaban buscándome

entre los niños del parque.

Exigiré que me devuelvan

los días perdidos,

y las noches perdidas

y los besos perdidos,

y el Dios que asesinaron entre las bibliotecas y las aulas.

 

Cuando la ciudad me sobreviva.

Cuando me niegue sus calles.

Nadie podrá imponerme una muerte

que yo no escogí nunca.

Continuaré negándome a negarme.

En mis palabras de lodo reventarán las flores.

Mi garganta se hará de raíces

que arañen la lluvia.

Cuando la ciudad se olvide de mi nombre,

yo estaré entre los niños  que crecieron

para jugar a la guerra.

Estaré con un libro impidiendo la muerte.

Gritando desde las bibliotecas!

Toda la humanidad pasará sobre mi olvido

y yo seguiré negándome al silencio

desde mi metro de tierra,

desde mi silencio aturdido de protestas.

Continuaré creciendo en los incendios de hierba

y en las hormigas que bajan a mi cuerpo.

 

Nadie podrá obligarme a que desaparezca

si he dejado mi vida sobre todas las cosas.

(De Resurrección de los juguetes - 1955 - 1964)


III

Dios mío:

por qué me estás cobrando

lo que yo no te hice?

 

Por qué me has enterrado

de pies sobre este barro:

 

Si yo no soy culpable

de que te haya tocado ser Dios toda la vida.

 

Antes de que me dieras

un pedazo de tiempo y una cuota de muerte

no sabía siquiera que existías.

(De Alquimia de los relojes clausurados, 1964-1969)

 

IV

Señor,

me preocupan tus cosas:

 

Por no haber dejado muerte

para ti,

te quedarás un día

definitivamente solo.

 

Y para que ser Dios

así.

 

Señor,

yo te aconsejo:

 

Invéntate una muerte

para tu eternidad

o desinventa la muerte.

(De Alquimia de los relojes clausurados, 1964-1969)

 

HOY

Hoy he crecido en ti

desde los mil costados de mi angustia.

He subido desde mis días machacados de tiempo

hasta las agujas de mi olvido.

 

Hoy he crecido en ti

duro de greda,

modelándome de hombre en cada pliegue de tu carne.

 

Hoy supe que mi nombre

suspendía las letras de mi nombre,

y te iba formando de mi grito.

 

Hoy ascendí desde mil horas martillándome

hasta la quietud de la sangre.

 

Hoy pesé entre mis dedos el girasol de tu pecho

y el mundo era pequeño rodando sobre el día.

 

Hoy he crecido tanto por tu cuerpo infinito

que me duelen los dedos de caminos.

Y me voy por mi muerte recorriendo tu vida.

(De Alquimia de los relojes clausurados, 1964-1969)


 

Última actualización: Miercoles, Noviembre 12, 2014 2:47 PM
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